Estar reviviendo asuntos del pasado o crear expectativas sobre asuntos del futuro son una gran fuente de sufrimiento.
Pensar que algo en nuestra vida depende de los demás, sea quien, o sea lo que sea ese «demás», es una creencia y como tal es limitante, por lo tanto también generadora de sufrimiento.
La queja es otra dinámica que provoca inmovilidad, estancamiento, y también sufrimiento.
Estar pendiente de las valoraciones o apreciaciones de los demás sobre mis actos o elecciones, dar excesiva importancia o al menos más que a la valoración propia, es otra forma en que uno suele generar sufrimiento.
Toda esta «normalidad» que parece vivir y recrear todo humano en mayor o menor medida, no debería formar parte de su realidad. Sólo cuando empieza a tomar conciencia de esa falta de normalidad en los viejos hábitos es cuando realmente puede comenzar la transformación, haciendo elecciones conscientes que le permitan crear desde una nueva perspectiva, dejando atrás el sufrimiento, y dándose a si mismo la bienvenida como el gran creador que es, permitiéndose el máximo respeto a si mismo y haciéndose, por fín, un ser responsable.